Vicente Guerrero nació en 1872 en Tixtla, población del estado de Guerrero, hijo de Juan Pedro Guerrero y María Guadalupe Saldaña.  En su juventud fue herrero y aprendió de su padre a reparar armas.

A mediados del siglo XVIII, comenzó a crearse un descontento en la Nueva España, por las medidas económicas tomadas entonces.  En 1808, se sumó a ello la inestabilidad creada por la invasión de Napoleón a España, y la prisión del rey legítimo Fernando VII.  Es cuando surgen entonces conspiraciones autonomistas e independentistas que culminan con la rebelión del cura Hidalgo en 1810.  Por orden de Hidalgo otro sacerdote, María Morelos, se encargó de sublevar el sur de virreinato, Guerrero decide unirse al movimiento insurgente y en Chilpancingo se puso a las órdenes de uno de los lugartenientes de Morelos, Hermenegildo Galeana, él lo designa como capitán del regimiento de Guadalupe.  Guerrero participa en el intento de Morelos, de apropiarse de Acapulco en el que los insurgentes fracasaron, mientras tanto Hidalgo había sido derrotado, por los realistas, hecho prisionero y ejecutado a mediados de 1811.

Tras la muerte de Hidalgo, Morelos se convirtió en el principal líder militar del movimiento y Vicente Guerrero en uno de sus hombres más valiosos, por su conocimiento de la tierra y los caminos.  En 1813, el control de los insurgentes en la región permitió la reunión del Congreso de Chilpancingo, que declaró la separación de la Nueva España, y más tarde en Apatzingán promulgó la primera constitución mexicana.  A mediados de 1814, Hermenegildo Galeana fue hecho prisionero y ejecutado en Coyuca de Benítez.  La muerte de Galeana y Morelos en 1815, marcaron a Guerrero convenciéndole de continuar con la lucha en cualquier circunstancia.  Sin un gran líder, el movimiento insurgente entró en un periodo de decadencia, que obligó a muchos a pedir el indulto real, Guerrero volvió a la costa a continuar la lucha, rechazando incluso el indulto ofrecido a través de su padre.  Al frente de pocos hombres siguió haciendo lo que mejor sabía hacer, organizar una guerra de guerrillas por toda la tierra caliente, a pesar de contar con pocos recursos, significo un dolor de cabeza para el virrey por los ataques sorpresivos sobre las tropas realistas.

En 1818, el congreso de Chilpancingo le nombró Comandante en Jefe de las Tropas del Sur, en esa situación difícil, Guerrero buscó aliados en el bando realista, escribió al comandante Gabriel de Armijo y su subalterno Carlos Moya pidiéndoles unirse para lograr la independencia, pero ellos rechazan la propuesta.  Cuando Armijo fue reemplazado por Agustín de Iturbide a finales de 1820, la correspondencia entre el insurgente y los realistas se restableció, siendo más intenso el intercambio de cartas, Iturbide le propuso rendirse, Guerrero, que se una a la resistencia, al final ambos comandantes se reunieron en Acatempan para pactar una tregua.  El 24 de febrero de 1821, Guerrero e Iturbide, proclamaron el Plan de Iguala.  Después juntos comenzaron una campaña exitosa a la que se fueron sumando los gobiernos provinciales y los comandantes criollos del ejercito realista, casi sin oposición.  En la Villa Córdoba se encontraron con el nuevo virrey Juan O’Donoju, recién llegado a México, con quién firmaron los tratados que reconocen la independencia.  El 27 de septiembre de 1821, el ejército Trigarante entró triunfal a la ciudad de México y consuma la independencia.  Al poco tiempo Iturbide fue designado emperador por el Congreso, pero su llegada lejos de brindar estabilidad, alentó la división entre los mexicanos, todo en medio de una severa crisis financiera.  Cuando el emperador disolvió el congreso acusándolo de conspirar, Guerrero vio este acto como una traición y junto con el viejo insurgente Nicolás Bravo, se unió al Plan de Veracruz, promulgado por Santa Anna, en diciembre de 1822, y luego al Plan de Casamata que proclama la república.

Cuando muchos miembros prominentes de su ejército se unieron a los rebeldes, Agustín de Iturbide, decidió abdicar en 1823 y partió al exilio.  Un año después Guadalupe Victoria llegó a la presidencia de México, Guerrero apoyó a su gobierno contra la rebelión de Nicolás Bravo en 1828.  Al terminar el periodo de Victoria, Guerrero se postuló como candidato a la presidencia, teniendo como principal contendiente a Manuel Gómez Pedraza, entre ambos candidatos existió también una división marcada por su pertenencia a distintas sociedades secretas, Guerrero forma parte de los Yorkinos, grupo masónico de corte liberal y pro estadounidense, mientras que Pedraza pertenece a la logia escocesa, que agrupa a conservadores y es preeuropea.  En las elecciones triunfó Manuel Gómez Pedraza, pero, Guerrero se negó a reconocer su triunfo y se sublevó.  Temeroso de los motines que surgieron en la capital, el congreso anuló la elección y designó como presidente a Guerrero, que tomó posesión del cargo el año 1829.

Guerrero pasó los primeros meses de su mandato, intentando darle legitimidad a su gobierno, enfrentó la expedición y reconquista encabezada por el español Isidro Barradas; expidió una definitiva abolición de la esclavitud.  En diciembre de 1829, el vice presidente Anastasio Bustamante se reveló contra Guerrero, el Congreso declaró a Guerrero imposibilitado para gobernar aceptando su sustitución por Bustamante.  Guerrero huyó al sur, al mismo escenario de los tiempos de la guerra de independencia, fue capturado a traición en Acapulco, luego transportado en un barco a Santa María de Huatulco, donde fue entregado a las tropas del gobierno.  El capitán de la nave recibió a cambio 50 mil pesos, Guerrero después de ser sometido a juicio militar, fue condenado a la pena de muerte y murió fusilado el 14 de febrero del año 1831.  Con la muerte de Guerrero se cerró el ciclo histórico de la insurgencia en México.